
Catedrales Vieja y Nueva, en Salamanca / RAFA ÁVALOS
CASTILLA Y LEÓN EN TRES RUTAS ESTIVALES (III)
Al sur de Castilla y León, en una provincia -homónima- limítrofe con Portugal, se sitúa Salamanca. Es uno de los lugares idóneos para conjugar cultura y arte con la belleza de sus viejas piedras. Y al igual que sucede en cada rincón de la comunidad, disfrutar de una gastronomía llena de sabor. Son estos los argumentos esenciales para lograr una gratísima experiencia, apropiada para quienes buscan la calma y el conocimiento en sus viajes. La ciudad se destapa sin espera a partir de su Plaza Mayor, uno de sus espacios más reconocidos y reconocibles. Que este punto sea de partida para caminar entre la historia y el saber.
Destino catalogado como Ciudad Patrimonio de la Humanidad, título que posee desde 1988, Salamanca cuenta con un conjunto patrimonial admirable. Quizá la primera idea sea acudir a las Catedrales, pues son dos las que se pueden visitar en este caso. La una junto a la otra para componer un edificio único. Pero el camino desde la Plaza Mayor, construida en el siglo XVIII en estilo barroco, concede la oportunidad de contemplar otros lugares monumentales. Por ejemplo, la Casa de las Conchas, otro de los escenarios identificativos del municipio castellano-leonés.

El antiguo palacio, hoy con usos culturales, conocido por las conchas con que se completa su fachada, se ubica frente a la Clerecía. Se trata de un magnífico edificio barroco erigido entre los siglos XVII y XVIII que actualmente es sede de la Universidad Pontificia de Salamanca. Su claustro, el arte en su iglesia y demás estancias y el ascenso a sus torres ofrecen una interesante propuesta turística al viajero. Es un buen prólogo brillante de otras visitas probablemente más pretendidas por quien llega a la ciudad en busca de sensaciones.
Una de esos puntos es el edificio de la Universidad, o más bien el edificio de las Escuelas Mayores, cuya fachada plateresca obliga a la observación pausada. Y no sólo por encontrar la rana en su rica decoración. Ya en el interior uno puede sentirse muy pequeño al avanzar entre aulas o llegar al Paraninfo, lugar donde el maestro Miguel de Unamuno confrontó con el franquismo. Muy cerca se encuentran ya las Catedrales, con visión de la Nueva de primeras -desde el último punto mencionado-. Portentosa se levanta ésta, cuya advocación es Asunción de la Virgen.

Si uno realiza la visita con tranquilidad, con el deseo de no perder el más mínimo detalle, el tránsito por el interior de las Catedrales puede prolongarse durante dos horas. Es una gozada descubrir la convivencia de diversos estilos arquitectónicos, así como ascender a la torre también. De nuevo esas vistas de una Salamanca que añade a su oferta turística espacios como el Museo de la Historia de la Automoción o el Museo de Art Nouveau y Art Déco, en la hermosa Casa Lis -de tipo modernista-. El gran casco histórico de la ciudad alberga como tesoro, además, el conocido como Huerto de Calixto y Melibea, sobre la Muralla.
Otros dos elementos del conjunto patrimonial salmantino de gran interés son el Convento de San Esteban y el Palacio de Monterrey, propiedad este último del Ducado de Alba. Son dos joyas más de una ciudad en la que tampoco ha de faltar la visita al Convento de las Dueñas -frente al antes citado- o el de la Anunciación –más conocido como de las Úrsulas, o la iglesia de la Vera Cruz. Las esculturas y las fachadas señoriales acompañan al viajero durante sus paseos. Y hay mucho más…

Yantar en Salamanca
Para no perder energía se hacen necesarias, por supuesto, paradas para llenar el estómago. Como sucede en toda Castilla y León, la gastronomía es contundente, pero también sabrosa. Quien guste del asado no puede desaprovechar la oportunidad de probar el tostón -cochinillo- o el cordero lechal. Un lugar excelente para deleitarse con estos platos era el restaurante Don Mauro, situado en la Plaza Mayor -cerrado-. Tampoco ha de faltar el jamón, exquisitez propia de la provincia. Es posible realizar el maridaje además con vino de la tierra, como el de Hacienda Zorita, charro 100%. Como opción de cuchara, como se suele decir, se encuentran las patatas ‘meneás’, otra variante de las mencionadas en Ávila patatas ‘revolconas’.
Pero nadie ha de marcharse de Salamanca sin comer hornazo. Esto es una empanada rellena de lomo, chorizo, jamón… Es una delicia fácil de encontrar a lo largo de la ciudad y que en este caso fue catado en la cafetería Las Torres, también en la Plaza Mayor, y previo cabrito guisado, igualmente sabroso. Los dulces también enriquecen la gastronomía salmantina y de postre es un acierto el sacatrapos, recomendable el de la confitería Santa Lucía -a sólo unos metros del anterior lugar-. Sin embargo, lo que en este sentido resulta imprescindible es la típica raqueta. En Tahona de la Abuela está riquísima.
ENTRADAS RELACIONADAS
- Castilla y León en tres rutas estivales (I): Castilla y León en tres rutas estivales
- Castilla y León en tres rutas estivales (II): Ávila: mucho más que murallas