
Castillo de la Mota, en Medina del Campo / RAFA ÁVALOS
CASTILLA Y LEÓN EN TRES RUTAS ESTIVALES (IV)
En Valladolid, a poco más de 50 kilómetros de la capital, se ubica Medina del Campo. Se trata de una pequeña ciudad, de unos 20.000 habitantes, con una gran historia. Al suroeste de la mencionada provincia es posible rememorar tiempos ya muy lejanos, pero importantes para España. Aunque entonces ni siquiera existía el país, que en esa época vivía aquello de «tanto monta». El territorio se hallaba dividido entre la Corona de Castilla y la de Aragón, si bien los Reyes Católicos lo mantenían en relativa unidad. Tanto ellos como su heredera, Juana la Loca, o personajes relevantes como Cristóbal Colón tuvieron su protagonismo en un municipio con título de villa.
La Historia se escribió y puede leerse aún hoy, por así decirlo, tras los muros de los edificios de Medina del Campo. El punto de partida para el visitante, sobre todo si se recala en la localidad por poco tiempo, deber ser el Castillo de la Mota. Situado en una zona periférica, la fortaleza se erige imponente en el lugar en que se fundó la ciudad en el siglo XI. Fue ordenada y promovida su construcción por Juan II y Enrique IV, que padre e hijo fueron, en línea sucesoria, los reyes de Castilla durante buena parte de la centuria del XV. Y la concusión del proyecto llegó, precisamente, bajo el reinado de Isabel I y Fernando V. Él, antes, como II de Aragón.

Emplazado en una mota -elevación del terreno de poca altura-, de ahí su nombre, el castillo tuvo diversas funciones, principalmente la defensiva. En sus estancias estuvo recluida Juana la Loca entre 1503 y 1504, este último año significativo en ese período. También contó con usos carcelarios. Como reos estuvieron en la fortaleza individuos como Hernando Pizarro, hermano del conquistador de Perú, o César Borgia, noble hijo del papa Alejandro VI. Pero éste no es el único edificio de interés que custodia Medina del Campo.
Ya en el casco urbano, en su centro, la Plaza de la Hispanidad, en forma de plaza mayor, es un espacio abierto al esparcimiento y también al conocimiento. En la misma se levanta una estatua de Isabel la Católica, cuya figura está irremediablemente ligada a la villa vallisoletana. Porque en aquellas tierras falleció la reina de Castilla el 26 de noviembre de 1504. Su muerte abría una etapa de incertidumbre en esa España que todavía no lo era. La monarca expiró en el conocido como Palacio Real Testamentario, una casona que guarda en la actualidad su aspecto medieval y que puede visitarse.

Ahí, en esa construcción, en la estancia en que terminó su vida, Isabel I de Castilla firmó su testamento y su codicilo -esto es, sus últimas voluntades-. De tal hecho surge el título de un escenario de carácter expositivo en la actualidad. No sólo se divulgan en este caso las experiencias de los Reyes Católicos en su interior sino otros sucesos de relevancia que en sus salas tuvieron lugar. Especialmente, el llamado Tercer Viaje de Colón, que condujo al navegante teóricamente genovés a América. La razón es que en este punto se produjeron los encuentros entre el trono y el marinero para concretar la expedición. Es por ello que el palacio muestra detalles sobre la conquista.
Quizá sean estos dos los principales elementos arquitectónicos y culturales de Medina del Campo, pero no son los únicos. De hecho, otra construcción es considerada la de mayor importancia del municipio junto con el Castillo de la Mota. Es la Colegiata de San Antolín, emplazada también en la Plaza de la Hispanidad -en el lateral opuesto al que acoge el Palacio Real Testamentario-. Su torre, que puede visitarse al igual que el templo, se presenta como un mirador del núcleo histórico de la villa. Y hay más…
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