
Patio de La Palma, 3 / TONI BLANCO (CORDÓPOLIS)
En mi última etapa profesional tuve la oportunidad de abordar asuntos de muy distintos ámbitos. Uno de ellos fue el Mayo Festivo de Córdoba, más concreta y especialmente la Fiesta de los Patios. Se trata de uno de los eventos más significativos de la ciudad, que durante un par de semanas descubre al visitante otra parte esencial del legado de que goza. Pero la tradición no sólo es relevante por los espacios en sí y por el colorido que muestran sino por quienes los habitan y cuidan.
Durante años, fueron muchos los reportajes y las entrevistas que realicé acerca de la materia. Y lo más interesante, más allá de ahondar en la historia de las viviendas, fue la conversación con cuidadores y cuidadoras de las mismas. Esas personas que a lo largo de días abren las puertas de sus hogares de par en par a miles de visitantes, no se las cerraron a un servidor. Todo lo contrario. Gracias a este trabajo, por cierto, pude escribir el libro Patios de Córdoba. Centenario Concurso Municipal 1921-2021 (Utopía, 2021).
Los patios tienen singularidades arquitectónicas, florares y, por supuesto, humanas. El conjunto es muy armonioso en el caso de la conocida como casa Trillo Figueroa. Ésta es un antiguo palacete señorial, construido en 1782 y probablemente propiedad, en su origen, de un capitán de los Tercios. En ese edificio, con un recinto abierto evocador, vive Manuel Cachinero, un artista plástico que acompaña a las plantas con piezas con su firma. Fue en 2016 cuando conocí más en profundidad tanto el escenario como al hombre que lo custodia, por así decirlo. Recuerdo aquel reportaje, publicado el 12 de mayo de 2016 en Cordópolis.