
Miguel Amate, en el Pregón de Carnaval de Córdoba en 2019 / TONI BLANCO (CORDÓPOLIS)
El 7 de febrero de 2020, sólo dos días antes de las actividades previas al Carnaval de ese año, falleció uno de los grandes autores de la fiesta de Don Carnal en Córdoba. La celebración quedaba huérfana, de repente, de un maestro, un hombre que estuvo ligado a la misma durante la mayor parte de su vida. Se apagó el ingenio como letrista, pero también la honestidad hecha persona. Decía lo que pensaba sin importar si podía ser popular o no, si podía resultar molesto o no. Pero siempre mantenía una cercanía amable pocas veces repetida entre las demás personas.
Se marchó ese 7 de febrero de 2020, un mes y una semana antes de que la pandemia de Covid-19 nos dejara a todos los españoles en confinamiento, Miguel Amate. Un cáncer le segó la existencia demasiado pronto, con apenas 58 años, y sacudió a todos amantes del Carnaval, que tan grande hizo en su propia ciudad y fuera de ella. Porque él fue el valiente que acudió durante años a Cádiz, donde en alguna ocasión mereció aún mejor resultado -unas semifinales no habrían estado mal-. Y así llevó a Córdoba al Gran Teatro Falla.
De su maestría surgieron figuras hoy relevantes en la Tacita de plata, como lo son los hermanos Aranda, Rafa Taleguilla y José Manuel Paty, o Rafa Rojano. Pero sobre todo provinieron comparsas inolvidables, con ese estilo elegante y dinámico. Yo tuve la suerte de conocer a Miguel Amate, profesional y personalmente, le defendí -y defiendo- públicamente de ataques injustos y le acompañé en el gran día que le supuso dar el Pregón del Carnaval de Córdoba. Esto último ocurrió sólo un año antes, en 2019. Y agradezco que me permitiera compartir conversaciones con él.
Tras su muerte, le dediqué un artículo muy personal, publicado en Cordópolis el 8 de febrero de 2020.