
Diego Ribera, jugador del Córdoba CF en la temporada 1999-2000 / CÓRDOBA CF
Los hitos, más allá de los que realmente lo son, pueden resultar muy diferentes para cada cual. Pero algunos hechos se convierten, irremediablemente, en históricos para la memoria colectiva. Sucede también en fútbol y no sólo con resultados concretos. Y más aún entre quienes no disfrutan de títulos sino de pequeños placeres como determinados triunfos; de humildes logros como un ascenso. De repente, sólo un remate a portería es suficiente para generar un recuerdo imborrable. A buen seguro, un gol es inolvidable para todos quienes lo celebramos en vivo.
El 25 de marzo de 2000 contemplé una acción que rememoraré siempre con el doble pellizco de la felicidad y la emoción. Era sábado y observé el que creo es el mejor gol que le he visto marcar al Córdoba CF -“el Córdoba” en adelante-. Un tanto que, por si fuera poco, sirvió para sumar de tres y además soñar más si cabe con un pronto -en el contexto, claro- regreso a Primera. El balón voló hasta el interior del área contraria y ahí apareció Diego Ribera, que anotó de forma espectacular. Aunque su tiro deparó unos segundos de incertidumbre generalizada.
El Córdoba recibía ese día a un histórico como el Club Deportivo Logroñés. El conjunto riojano fue uno de tantos otros que para alguna generación que otra apareció como un grande. Venía de vivir la época más dorada de su historia: compitió nueve de diez temporadas en Primera entre 1987 y 1997. Aunque es cierto que cuando visitó El Arcángel, esa tarde de marzo de transición de siglo, disputaba su tercer campeonato consecutivo en Segunda A. Y parecía ir a menos cada vez más. Apenas unos años después, la entidad del mítico estadio Las Gaunas se extinguió.
De vuelta al partido que esta vez se recuerda, sólo como marco del verdadero hito, el Córdoba recibía al Logroñés en una situación privilegiada. En su primera temporada en segunda categoría después de 16 años -y pico-, el equipo entonces dirigido por Pepe Escalante se encontraba a pocas posiciones y menos puntos del ascenso. En ese momento no existía el play off y sólo mejoraban su rango los tres primeros. El conjunto blanquiverde era séptimo y estaba a tres del tercero y a cuatro del líder y el segundo. La afición vivía en una nube, como se suele decir.
Lo cierto es que el triunfo ante el cuadro riojano no fue sencillo. Nada más lejos de la realidad. El Córdoba fue notablemente superior, pero no conseguía mover el marcador. Así fue hasta la segunda parte, a la que se llegó con el empate inicial a cero. Para más complicación, uno de los artífices del histórico ascenso en Cartagena -en la temporada 1998-99- que colocó al equipo en el lugar en que estaba se lesionó y tuvo que retirarse en el minuto 24. Alfonso Espejo se rompió. Todo hacía indicar, con el paso del tiempo, que el partido sería de esos que se deciden por un detalle. ¡Qué detalle!
Corría el minuto 65 cuando Rafa Navarro recibió en la banda derecha, avanzó y se perfiló junto al área rival. Sacó un centro medido un poco hasta un poco más allá del punto de penalti. Y surgió Diego Ribera… El delantero catalán, de no mucha estatura pero de gran calidad, volteó el cuerpo y golpeó, en el aire y de espaldas a portería, con su pie derecho. Por si no se entiende, el habilidoso atacante disparó de chilena. Lo hizo al primer toque, conforme le llegó el esférico. El balón tocó en el larguero y entró de manera muy tímida. La celebración no tardó en producirse, pero sólo a medias.
Pese a la magnífica definición, la pelota apenas traspasó la línea de gol. El portero del Logroñés recogió y blocó enseguida el balón. Y saltó la duda. El árbitro, ¿lo dio o no? Hubo unos segundos de tensión en El Arcángel, que era donde se disputaba el partido y entonces aún tenía sus inútiles pistas de atletismo. Pero rápidamente el línea dijo que sí, que ese mágico chut era un 1-0 que fue el resultado final; le permitía al Córdoba situarse sexto a sólo un punto del ascenso y a dos del líder. Certificada la validez de la obra de arte, el estadio explotó en júbilo. No sé los demás, entre quienes lo vivieron junto al Guadalquivir, pero yo recuerdo esa chilena de Diego Ribera como el mejor tanto que le he visto al conjunto blanquiverde. Después, por motivos diferentes, el equipo desechó la oportunidad de dar un salto repentino a Primera tras tantísimo sufrimiento. Cómo habría cambiado la historia reciente del club…

ALGUNOS DATOS
- Ante el Logroñés, el Córdoba compitió de inicio con Chilet, Arnau, Juanito, Robert, Pedro Aguado, Rafa Navarro, Puche, Heuyot, Alberto Saavedra, Espejo y Diego Ribera. También jugaron Quero, García Sanjuán y Mandiá.
- Con el Logroñés, fue titular como portero Valero, que curiosamente unos años después vistió de blanquiverde: fue en la temporada 2003-04.
- El entrenador del conjunto riojano, Marco Antonio Boronat, visitó por primera vez El Arcángel, el estadio original, con apenas 20 años: ocurrió en 1967, como jovencísimo jugador de la Real Sociedad y en Primera -ese partido acabó con triunfo blanquiverde por 2-0-.
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