
Autor de la web con Robert Fernández, verano de 1999 / RAFA ÁVALOS
Artículo publicado en la revista 65 años de vivencias blanquiverdes de los periodistas deportivos, editada ante la situación de peligro de extinción del Córdoba CF (noviembre de 2019). La recaudación de las ventas fue destinada al club.
Miro al futuro y pienso en el pasado. Contemplo el presente con los ojos del ayer. Los pérfidos años, reflejo de la deslealtad de la vida, aún no borran mi memoria. Quizá esté sesgada pero con osadía sobrevive. A ella acudo siempre que el corazón lo reclama. Por desgracia no son pocas las veces. Y por fortuna son todavía menos las que me impide evocar una tarde en aquel estadio. En cualquiera pero sobre todo en uno. Ahí estoy, sentado en una butaca tan frágil como nuestra historia, que sin embargo es fuerte. Ahí estoy, una tarde de calor, frío, viento o lluvia; de esperanza, hastío, ansiedad e incluso desilusión. Mi infancia son recuerdos de una grada en…
Si uno concreto tuviera que elegir, ninguno escojo en realidad. Cada instante es único. Todos tienen un significado. Porque el Córdoba es un parte de mí; expresión de quien fui, soy y quiero ser. Igual hoy que el primer día. Ahí estoy, en El Arcángel. Fondo Sur. Inútil pista de atletismo de por medio. El Levante como rival. Árbitro: Fidel Valle Gil. Hurto deportivo. Impotencia. Aún duele la tristeza posterior. Rabia a los once años. Sin Twitter. Sin ni siquiera ordenador. Ya en el punto de partida conozco la frustración, que a la vez es orgullo. Mi infancia son recuerdos de una grada en…
El primer partido en mi caso es el de la derrota injusta. El primer partido en mi caso es el del vaticinio del ascenso perdido. Surge entonces el hábito del sufrimiento. Pero son muchos otros los momentos perdurables, felices más de uno y de dos. Una noche ante la puerta de Ciro’s y después en autobús. Mi primer viaje: destino Barakaldo. Y ese gol de David Gallego. Un tarde al sol, con una hamburguesa. Mi primer abono. El día infinito que pasa a ser eterno. Cartagena. Óscar Ventaja. Juan Carlos Ramos. A Segunda como tanto soñaran durante un par de décadas. Litri y su estatuilla de San Rafael. Plaza de Las Tendillas. Toda curva se hace recta y cada recta necesita curvas. Mi infancia son recuerdos de una grada en…
La botas permanecen suciamente impolutas. Sin lavado. Robert Fernández. Ídolo y sin embargo amigo. Su regalo a mis catorce años. El Sporting de Lediakhov y Cheryshev. Comienzan los sueños de plata, se refuerzan los insomnios de categoría desconocida. Y escucho El blues del autobús. Aventuras en carretera. Liderato en el Vicente Calderón. Nieve a la salida del Juan Rojas. Del Colombino viejo al nuevo. Temor en Chapín. Admiración en El Molinón. Calor en Los Pajaritos. Fe en Mendizorroza. Éxtasis en La Condomina -la nueva-. Pero sobre todo: locura en Pasarón y rebeldía en El Alcoraz. Y el delicioso veneno del Municipal de Reus. Mi infancia son recuerdos de una grada en…
La revolución de Juan Carlos Quero. La chilena de Diego Ribera. Crispi en El Fontanar. El abrazo de Juanín. El llanto de Cristian Álvarez. El afecto -recíproco- de Enrique Orizaola y Rafael Campanero. La magia de Javi Flores. Los goles de Javi Moreno. La invasión de campo en Las Palmas. Don José Antonio Reyes, el monarca en la era. Los amigos desde Cádiz a Ferrol. Mi infancia son recuerdos de una grada en…
Me es imposible describir mi vida sin el Córdoba presente. Porque el patio en Sevilla de Antonio Machado es El Arcángel para mí. Mi niñez está teñida de blanco y verde. Así como mi juventud y mi incipiente madurez. Es mi deseo ante la ancianidad, que a distancia veo sólo con el miedo de perder lo que, como otras pequeñas cosas, es el sustento de mi historia. Porque sí, mi infancia son recuerdos de una grada en…