
Palermo, a la izquierda y en segundo plano, en El Arcángel en 2004 / MADERO CUBERO (ABC)
Recuerdo el estadio vacío. Y si no lo estaba, lo parecía. Permanecía sentado en el frío asiento. Y feo, de color gris. Tenía la mirada perdida, los ojos puestos en el césped. Guardaba silencio. Sólo algún que otro sollozo rompía la quietud del momento. Sentía una enorme frustración. Quizá me atenazaba también el temor latente. Podría resultar comprensible cuando veníamos de una permanencia a última hora -aunque no agónica, como después hemos querido narrar-. Lo cierto es que ese partido, que ya había terminado, era uno más y aquel día, uno cualquiera.
El 28 de marzo de 2004 quedó marcado en mi memoria casi sin sentido en cuanto a mi relación con el Córdoba CF -“el Córdoba” en adelante-. Casi sin sentido porque el conjunto blanquiverde no estaba en una situación dramática. Ni siquiera perdió aquella tarde. Por si fuera poco, el rival no era sencillo. Visitó El Arcángel ese domingo el Alavés, que llegaba de Primera y contaba con un pasado reciente de repercusión internacional. Menos de tres años antes hizo vibrar al fútbol español con una espectacular final de UEFA ante el Liverpool -el título se le escapó por mala fortuna-.
De vuelta a la historia que esta vez relato, el partido gozaba de múltiples atractivos. Uno que probablemente muchos hayan olvidado era la visita de un futbolista de los que pueden ser tildados de ‘estrellas’. Le habíamos visto, con sus peculiaridades, participar del primer impulso del Villarreal. Antes, saltó definitivamente al plano mundial con el Boca Juniors ante el Real Madrid. Martín Palermo hizo los dos goles que, a la postre (2-1), dieron la Copa Intercontinental de 2000 al cuadro argentino ante el blanco. Le íbamos a disfrutar -y sufrir si brillaba- en el verde de El Arcángel.
La presencia del delantero fue más bien anecdótica. Al fin y al cabo, tuvo poca presencia en el área del Córdoba, que hizo méritos suficientes para llevarse el triunfo. Es muy posible que pocos recuerden aquel partido, y no es para menos. El encuentro se disputó en una tarde gris de primavera recién iniciada. El cielo estaba cubierto de oscuras nubes y llovió. Recuerdo la importancia de Astudillo en el Alavés y los apuros, en instantes concretos, de Gaspercic bajo palos. Sin embargo, el cuadro califal, con Miguel Ángel Portugal al mando, fue incapaz de ver puerta.

No se movió el marcador. Empate a cero, que casi podría llamársele empate a nada. Aunque el Córdoba gozó de ocasiones, por lo que tampoco sería correcto definir así el resultado. Lo cierto es que ese empate, ante uno de los ‘gallitos’ de Segunda A esa temporada -la 2003-04-, era un mazazo. Al menos para unos cuantos, entre los que me contaba. Básicamente porque aunque vivía con relativa calma en la clasificación, el conjunto blanquiverde tenía a muy pocos puntos el descenso. Era decimosegundo y se situaba tres por encima de la zona de peligro. Después del partido, la diferencia cuantitativa no varió, pero se cayó al decimocuarto lugar.
Como añadido, el cuadro califal acumuló ese día cuatro jornadas sin vencer y tres sin marcar. La dinámica no era halagüeña. Curiosamente, arrancó después de golear al Sporting de Gijón de Marcelino García Toral, que cedió ruidosamente como líder. La racha negativa terminó una semana después, en Algeciras, y la incertidumbre se tornó enseguida en alivio. No en vano, el Córdoba escaló a la undécima posición y llegó a los 39 puntos, con cinco de ventaja sobre el descenso. Todo pintaba bien para el final de temporada, pero… esta vez sí hubo salvación in extremis.
Pero todo eso son otras historias. Aquella tarde, la primera en que muchos vimos al Córdoba enfrentarse al Alavés -y no a cualquier Alavés-, el joven de 19 años que yo era no pudo reprimir el llanto. Mi padre y nuestro compadre se marcharon. Mis amigos también se fueron. Los colegas de grada no dejaron de hacerlo. Nos sentábamos en esa grada supletoria que ubicaron en Fondo Sur y allí permanecí unos minutos, cuando quizá sólo quedaban en el estadio los rezagados -muy pocos, si los había-, los protagonistas del partido -ya en vestuarios- y los empleados del club. Lloré. Y lo hice amargamente. Por un empate y en una jornada sin peso específico -al final todas son relevantes-. El recuerdo de aquel domingo es más de una tarde triste que de la visita de Martín Palermo, cuya presencia en El Arcángel incluso había olvidado.

ALGUNOS DATOS
- El Córdoba compitió de inicio con Jáuregui, Larrainzar, Berruet, Ramón, Juanmi, Pablo Sierra, Francisco, Montenegro, Villa, Dante López y Nico Olivera. También jugaron Txiki, George y Platero.
- Dentro del once del Alavés estuvieron cuatro finalistas de UEFA, en 2001 ante el Liverpool, con el cuadro vitoriano: Téllez, Pablo, Astudillo y Magno.
- Con el conjunto blanquiazul, también fue titular Galván, que vistió de blanquiverde en la temporada 1997-98.
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