
Lance del Córdoba CF - Figueres de 2002 / EFE
El hecho puede no ser triste en demasía, pero sus secuelas sí son dolorosas. Lo que permanece en el recuerdo no es agradable precisamente. También es parte nuestra, de la experiencia vital de cada uno. Incluso, cuando se produce en un contexto plural como es el fútbol, es una postal en la memoria común. Sucede que en ocasiones este tipo de retales existenciales quedan muy escondidos en el cajón de nuestra mente, y en el del imaginario colectivo. Pero siempre están ahí. Siempre surgen en un momento determinado. Y puede ser sin venir a cuento muchas veces.
El 9 de enero de 2002 tuvo lugar uno de esos acontecimientos que se sufren más de lo que uno puede imaginar en el instante. No significa esto que fueran menos duras las circunstancias. Al contrario, pero cierto es que en el acto, aún quedaba un resquicio, aunque mínimo, de darle la vuelta a la situación. Ese día, con el siguiente en camino, el Córdoba CF -“el Córdoba” en adelante- perdió una oportunidad de oro para escribir una magnífica página en el libro de su historia. Sobre todo de la reciente, que en esa época todavía guardaba mucho polvo de sus peores años. Tenía la opción de alcanzar las semifinales de Copa del Rey y de entrada no empezó a aprovecharlo.
Aquella noche, porque el partido se disputó a las nueve, el conjunto blanquiverde se medía al Figueres en El Arcángel. El rival competía en una categoría inferior, una Segunda B en proceso de olvido entre los aficionados del Córdoba, y a pesar de ello la expectación era grande. Ocurrió así porque el equipo, dirigido entonces por Pepe Murcia, venía de eliminar en el torneo del KO al Mallorca, que no sólo contaba con un rango superior -de Primera, claro- sino que vivía una temporada histórica al participar en Champions League. También porque, por otro lado, se vislumbraba un nuevo pase de ronda sin demasiada complicación.
Pero, como dice el refrán, nunca puede venderse la piel del oso antes de cazarlo. Días atrás, la afición del Córdoba celebró el resultado del sorteo para cuartos de final, una eliminatoria que el club iba a disputar por segunda vez en su historia. El adversario era tan asequible que mientras llegaba el doble partido ante el Figueres ya se daba por hecho que habría semifinales. Esa noche de comienzos de nuevo año la realidad dio un fuerte puñetazo al conjunto blanquiverde y sus seguidores. Durante todo el duelo el equipo fue netamente superior al cuadro catalán, pero no tuvo acierto cuando atacaba. Y esto no fue sólo de cara al gol sino para crear ocasiones.

La primera parte concluyó sin movimientos en el marcador. Todavía existía ánimo en el estadio en relación con las aspiraciones generadas. O con los sueños creados, que cada cual lo vea a su manera. Sin embargo, en el minuto 52, al séptimo del segundo tiempo, Peña adelantó al Figueres. El mazazo estuvo seguido de una cura: el cuadro catalán se quedó con un hombre menos a falta casi de media hora. Salas vio la tarjeta roja directa y esto impulsó al Córdoba, que fue con toda decisión a por su rival. No le fue suficiente la voluntad, ya que no era su día de centro del campo hacia delante.
Incapaz de ver portería contraria, el conjunto blanquiverde no supo intimidar de verdad al Figueres ni siquiera en sus numerosos saques de esquina. Alfonso Sánchez no tuvo mucha afinación a la hora de ejecutarlos y la mayoría de los balones fueron a una altura casi indecente. Los nervios fueron a más poco a poco, hasta que reventaron, por así decirlo, en el minuto 84. En ese justo instante la gran ocasión de acceder a las semifinales de Copa del Rey empezaba a convertirse en base de otro recuerdo triste. Porque en ese momento Eloi marcó el segundo gol del Figueres, que a la postre dejó un 0-2 muy complicado de remontar.
Aun cuando era muy adverso, existía la esperanza de cambiar el panorama. Fue para nada, ya que el Córdoba penas tuvo opción de hacerlo. Una semana después, en el partido de vuelta, el conjunto blanquiverde ni siquiera batió al portero rival. Empate a cero y aquí tiene el juego del programa. Tanto se pensó que volvería a vivirse una ronda de semifinales de Copa, como esa de la temporada 1966-67 con el título en esa época dedicado a Franco -del Generalísimo-, que fue inasumible para la presidencia. Pepe Murcia fue destituido después de vencer al Levante (3-1) en Liga y conducir al equipo a una zona cómoda de la clasificación. Mayúscula frustración lo que quedó…

ALGUNOS DATOS
- Ante el Figueres, el Córdoba compitió de inicio con Leiva, Rafa Moreno, Juanito, Soria, Velasco, Álvaro Cámara, Jonathan Sesma, Arzu, Sarmiento, Alfonso Sánchez y Whelliton. También jugaron Gallego y Manolo.
- Con el conjunto catalán fue titular Arnau, que fue jugador blanquiverde durante dos temporadas, la última la anterior a ésta (1999-2000 y 2000-01). Después regresó como segundo entrenador de Raúl Agné (2019-20).
- También estuvo en el once inicial del cuadro gerundense Algar, que militó en el Córdoba entre las temporadas 1993-94 y 1996-97.
ENTRADAS RELACIONADAS
- Artículo 1: Mi infancia son recuerdos de una grada en…
- Artículo 2: ¡Viene el Sporting!
- Artículo 3: Ferrol: la tortura antes de
- Artículo 4: Martín Palermo y una tarde triste
- Artículo 5: Bilbao y el triunfo anhelado más de 42 años
- Artículo 6: El sueño efímero del liderato en Segunda
- Artículo 7: Fútbol arte en Sabadell
- Artículo 8: En pie: aquella chilena de Diego Ribera
- Artículo 9: Almansa y la historia de otra decepción