
Lona de carácter intolerante instalada por Vox, ya retirada / THOMAS COEX (AFP)
Aclaración: los únicos culpables de los delitos son quienes los cometen, en el reportaje sólo se muestra la correlación entre un discurso ideológico y reacciones concretas.
Datos: Ministerio del Interior.
En 2014, España registró 1.285 delitos de odio. Aquel año Vox no tenía presencia en ninguna institución. Ni siquiera concurrió a las elecciones municipales y generales de 2011, por ejemplo. Sí comenzaba a figurar en los medios de comunicación, pero aún de forma residual. En 2021, con la formación de ultraderecha con 52 escaños en el Congreso y 530 concejales por todo el país -y con representación en el Senado y en parlamentos autonómicos-, el dato de infracciones de este tipo fue de 1.802.
Son esos años el primero y el último -hasta la fecha- de los que expone información al detalle el Ministerio del Interior. Existe un informe de 2022 respecto del asunto, si bien restan algunas especificidades. No falta el total de delitos de odio contabilizados en los anteriores 12 meses. Se perpetraron 1.869, es decir, volvió a aumentar el número. En concreto, el incremento en relación a 2021 fue de un 3,71%. Mucho más alarmante es la comparación con 2014. Una línea temporal que muestra cierta situación de causa y efecto entre el discurso de Vox y los hechos de intolerancia.
De hecho, la información sobre ese período (2014-2022) es demoledora. También, y esto es opinión, perturbadora. Sobre todo porque quienes mantienen la soflama contra la diversidad social cuentan con la posibilidad de entrar en el Gobierno después de las elecciones generales del 23 de julio. En menos de una década –en nueve años para ser más exactos-, los delitos de odio crecieron un 45,44%, nada más y nada menos. En ese tiempo, Vox pasó de no intervenir en los comicios a ser la tercera fuerza más respaldada en los de 2019 con 3.656.979 votos.
Por tanto, existe cierto nexo entre el auge de Vox -y otros grupos- y el alza de actos delincuenciales por desprecio al ‘diferente’. A lo largo de estos años, el partido liderado por Santiago Abascal creció de manera exponencial. Y no sólo eso sino la aceptación de su ideario, en cuanto a apoyo en las urnas pero también a nivel mediático y social. Al mismo tiempo, ascendieron significativamente las cifras de delitos propiciados por una mentalidad intolerante. ¿Es sólo casualidad?
Para que se vea con más sencillez…
Mucha más homofobia y bastante más xenofobia
La tipología delictiva de odio engloba ámbitos como el antisemitismo -esto es contra la población judía-, las creencias religiosas o la ideología. Son muchos más y entre ellos se encuentran la orientación sexual y la identidad de género por un lado y la xenofobia y el racismo por otro. Precisamente estos son los que más han sufrido el aumento de las actitudes de intransigencia. Los números al respecto destacan sobremanera.
Y en éstas, Vox continúa con su posicionamiento extremista. Uno de los ejemplos más recientes es una declaración del vicepresidente de Castilla y León -de dicho partido-, Juan García-Gallardo, en medio de un mitin, sobre el emblema de la libertad sexual y de género. «Decimos no a un trapo arcoíris que une a la plutocracia internacional con la izquierda más sectaria», sentenció. Fue días después de que la formación instalara una lona gigante en el centro de Madrid contra el colectivo LGTBIQ+ o el feminismo. La Junta Electoral Central ordenó su retirada.