
ALERTA: SPOILER
Todavía no existe fecha para su estreno. Nada se conoce, al menos en España, de la continuación de su trama principal. Y tampoco se sabe de posibles novedades en su elenco. Aun así, la segunda temporada está asegurada. El 27 de junio de 2022, tras la emisión del tercer episodio del ciclo original, el canal FX renovó la ficción. Mientras, la serie puede verse en Disney + dentro de su sección Star. Y merece la pena hacerlo… siempre que uno no sea detractor de la acción que se cocina a fuego lento. Porque The Old Man no es un ejemplo de alto ritmo narrativo.
Su reparto, de entrada, invita a ver los sólo siete capítulos -vaya duración extraña- que hasta la fecha existen. El cartel, como se suele decir, lo encabezan Jeff Bridges y John Lithgow. El primero está, muy probablemente, en el Top 10 de actores brillantes más infravalorados por el común. Si está especialmente acertado en su trabajo, resulta un placer observarlo. Ocurre en una serie en la que parece va a ser enemigo íntimo hasta el último momento del propio Lithgow, con una trayectoria poco recordada en cine pero sensacional en la pequeña pantalla.
Del segundo es imposible no rememorar su papel antagónico de Michael C. Hall en la cuarta temporada de Dexter. Su rol fue el del asesino Trinity, con una interpretación sublime -de hecho, le valió su segundo Globo de Oro y su quinto Emmy-. Aunque en The Old Man destaca Bridges, con uno de esos personajes oscuros que tan bien van con él. Sobresale además en su expresividad y gestualidad. Muchas veces, un buen actor o una buena actriz ni siquiera necesitan hablar -menos aún si la ficción se sigue en versión doblada-.
En este punto, sería del todo injusto no mencionar a dos intérpretes femeninas. Son Amy Brenneman y Alia Shawkat. La primera se adentra a voluntad ajena en un mundo peligroso y hostil. Así es tras conocer al personaje de Jeff Bridges (Dan Chase). Y la segunda, está dentro de ese complejo escenario al ser hija del protagonista y gozar de una gran relación profesional y afectiva con el hombre encarnado por John Lithgow (Harold Harper). Ambas son esenciales en la continuidad de historia: tan pronto todo parece una confrontación a dos como surge un triángulo emocional, como se produce otro. Al final, todos terminan conectados de un modo u otro.

Y dentro de ese cuadrado, una quinta persona que se sitúa en el centro. No de forma equidistante a los ángulos, pero sí está presente para todos. Es un antiguo líder tribal de Afganistán en el período de la invasión soviética, concretamente en la década de los ochenta -el conflicto fue de 1978 a 1992-. O más bien es un adinerado y poderoso individuo que fue señor de la guerra. Dan Chase -o sea, Bridges- era agente de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) infiltrado en la aldea del susodicho. Harold Harper -es decir, Lithgow- lo era del FBI (Oficina Federal de Investigación).
Con ese punto de partida, Chase vive durante años con una identidad oculta debido a su traición al teórico aliado afgano -de nombre Faraz Hamzad-. Y la comete junto con la mujer de éste… Pero el problema no es de cuernos, en un mal y pronto. Se desvela al cierre de la primera temporada. Aunque el desenlace es previsible en ese sentido, no deja de sorprender cuando ocurre. Quizá porque el relato está desarrollado muy notablemente. En cualquier caso, el espectador se enfrenta a una interesante mezcla de drama, acción e intriga. Sobre todo, esto último.
La trama geopolítica en plena Guerra Fría. La trama de actos compartidos entre Chase (Bridges) y Harper (Lithgow), quien en el presente es subdirector de Contrainteligencia del FBI. Las distintas tramas sentimentales. Ah, y en la sombra el personajes que da nombre a la serie, el Anciano. La ficción, adaptación de un libro homónimo de Thomas Perry, se desarrolla con parsimonia por momentos y sin embargo es trepidante por el trasfondo. Y por la ambientación. Todo ello con el recurso del flashback en casos. Notables son las interpretaciones y también lo es la fotografía, a todo esto. También es placentero, desde un plano crítico con ese país, contemplar de nuevo la permanente pugna de poder de las distintas agencias de Estados Unidos.