
Debe ser una exigencia. El contexto y los acontecimientos han de reflejarse del modo más fiel posible. Es un aspecto fundamental en este tipo de producciones. Otro detalle esencial es el tratamiento de la historia, que éste sea lo más próximo a la neutralidad. Si no, una ficción basada en hechos reales pierde su sentido, se desvía de su razón: narrar unos sucesos que tuvieron lugar de verdad. De lo contrario, al espectador se le genera una falsa perspectiva. Es decir, las licencias de guion no deben exceder a la descripción estricta. Y tampoco pueden sobreentenderse juicios de valor; no hay que dirigir el pensamiento de quien ve.
Cuando ocurre lo último, el producto es fallido. Por mucho que obtenga una audiencia masiva. Dicha problemática no se produce en la última gran serie de Netflix. Pero con matices: no con gravedad pues sí parece existir una intencionalidad en determinados puntos de la narración. Todo desde el principio… El título del trabajo ya es indicativo. Su nombre es El cuerpo en llamas, que no deja de ser acertado. Además de por ser atractivo, porque sintetiza la historia. Sin embargo, una vez visto apenas algún capítulo se sabe cómo va a discurrir.
La serie cuenta uno de los crímenes más mediáticos de los últimos años en España. Es el conocido como de la Guardia Urbana. En 2017, un agente de ese cuerpo policial en Barcelona apareció carbonizado en el maletero de su coche, también quemado. Si bien se supo con posterioridad, gracias a una de las placas de la matrícula y a una prótesis integrada en la espalda de la víctima. Sus asesinos, según sentencia judicial de 2020, fueron otros dos miembros de la citada fuerza del orden. Y aún más: fueron la novia del difunto y el amante de ella.
Se trata, en definitiva, de un conjunto impactante de sucesos. El caso reúne todos los alicientes para conformar un true crime intenso e interesante. Y es cierto que aparece en pantalla de manera favorable. Goza de una notable factura técnica, con acertadas elecciones de planos y fotografía. También con una excepcional banda sonora. Quizá la música sea lo mejor de la serie. Aun cuando el nivel interpretativo es realmente de nivel. Al fin y al cabo, Úrsula Corberó y Quim Gutiérrez, sus protagonistas, tienen muy poco que demostrar. Sí mucho que mostrar.

Ambos componen la pareja criminal y presentan dos personajes bien perfilados, ante todo creíbles. La ficción cuenta con otro elemento positivo: sabe mantener la atención del espectador, de forma que éste casi necesita enlazar capítulos con voracidad. Se trata de una producción, por tanto, muy atrayente. Pero… cae en errores habituales en este tipo de obras. A la asesina, Rosa Peral (Úrsula Corberó), se le dibuja como una femme fatale y a la vez como una sufrida víctima del machismo de la sociedad. No era lo primero sólo porque decidía tener distintas relaciones amorosas a un mismo tiempo. Casi cuatro en un momento determinado.
De lo segundo sí hubo cuando el primer hombre con que engaña a su pareja, después marido, padre de su hija -en la serie, en la realidad son dos- y ex finalmente, provocó su humillación en la Guardia Urbana. Grabó imágenes de ambos en pleno fornicio y las difundió a todos los contactos de la mujer como si hubiera sido ella quien lo hizo. La razón se la dieron a él… Con todo, Peral no era más que una mujer con un carácter extraño. Nada más. Un ser humano como cualquier otro, con una personalidad difícil, eso sí. Su amante es, por otro lado, la mala influencia. Parece definirse como tal y ya. La realidad fue muchísimo más compleja.
Lo cierto es que, al final, el recurso fundamental de la producción es el morbo. Todo se concentra en la espiral de malas decisiones y peores actos de los protagonistas. Y en el supuesto amor que ambos sentían el uno por el otro. De eso pudo haber quizá, pero no de la forma en que se representa en El cuerpo en llamas. Mientras, la víctima es situada en un segundo plano. También con una imagen desfavorecedora: aparece al estilo de un individuo posesivo, celoso y agresivo. Conclusión: el muerto es relegado a un espacio poco respetuoso para él y además se le coloca como un tipo por el que es muy improbable sentirle empatía. Lógicamente, la historia real no es de blanco y negro sino de múltiples grises, pero la perspectiva en términos generales resulta equivocada. Más si cabe cuando se tiene un conocimiento medianamente consistente sobre el caso. Es esto lo que le resta puntos.
Por si quieres saber más del Crimen de la Guardia Urbana…
El Crimen de la Guardia Urbana (en catalán)
(Miniserie documental del programa Crims de TV3, 13-09/11-10-2021)
(Disponible en español en Movistar +)