
Leonardo, Donatello, Raphael y Michelangelo son cuatro tortugas antropomórficas, y hermanas, que luchan contra el mal en la ciudad de Nueva York.
El pasado viernes se estrenó en España Tortugas ninja: Caos mutante. La película, de animación, devuelve a la gran pantalla a cuatro viejos conocidos, como se suele decir. Sobre todo para los nacidos en la década de los ochenta, incluso en la de los setenta, del siglo XX. Porque los protagonistas del largometraje surgieron en 1984 en el papel, en un cómic creado por Kevin Eastman y Peter Laird. Después llegaron las figuras de acción, la serie de dibujos y un puñado de películas. Fue en 1990 cuando las tortugas dieron el salto a la acción con personas, lo que hoy se llamaría live action.
La franquicia comenzó en el cine con un éxito notable, pues el primero de los filmes se convirtió en la producción independiente más taquillera. Quizá fue por el resultado del proyecto o simplemente por la atracción que tendría sobre los más jóvenes. El caso es que Las tortugas ninja fue una acertada adaptación de la historia. Pocas existen tan entretenidas y a la vez fidedignas al marco original. Según gustos, pero es el film es lo opuesto a Masters del universo (1987) o Super Mario Bros (1993). En él se presenta a los personajes esenciales por medio de una trama bien establecida y desarrollada.
A las tortugas ninjas hay que sumar, por supuesto, a Splinter, rata también mutante y su maestro de artes marciales; April O’Neil, periodista que termina dentro de cada una de sus aventuras, y Casey Jones, una especie de justiciero que colabora en la lucha contra el villano de turno. Y éste no es otro que Shredder, o el Despedazador -aunque en las películas le nombran como el Triturador-, el archienemigo de los cinco animales humanizados. Tanto a él como a su grupo de adolescentes delincuentes, el Clan del Pie, se enfrentan los reptiles en esta ocasión.
(Pulsa en las fichas)
Se trata de un largometraje notable, al que siguieron otros dos. Probablemente por la aceptación del público. En este caso y en el posterior, que precedió sin embargo una producción bastante más prescindible. Sea como fuere, en 1991 llegó a las pantallas Las tortugas ninja 2: El secreto de los mocos verdes. Al igual que ocurrió en la primera película, ésta cuenta con una línea argumental coherente y su progresión es favorable. Como añadido interesante para los seguidores de la historia, esta vez aparecen otros dos seres mutantes. Son Tokka y Rahzar, una tortuga caimán y un lobo gris.
Dichos animales, ya antropomórficos, son utilizados por el Despedazador para vencer a los héroes. No es spoiler esto: lógicamente, sus planes no resultan. Por cierto, esa escena en la discoteca con Vanilla Ice en el escenario mientras unos y otros pelean es memorable. Todo iba bien hasta que en 1993 se estrenó Las tortugas ninja 3, sin duda la peor parte de la trilogía que se configuró a principios de aquella década. Un viaje en el tiempo, un combate entre el poder y el pueblo en Japón, un pirata occidental que trata de medrar… A la tercera, se produjo la equivocación.
Por si fuera poco, las tortugas, en vestuario, ya no estaban hechas por el estudio del inmenso Jim Henson, creador de los Muppets (teleñecos) o los Fraggle Rock. Y de las películas Cristal oscuro (1982) y Dentro del laberinto (1986), como no. De su factoría surgieron los protagonistas en los anteriores filmes. A todo esto, puede suceder que si uno revisa la saga noventera se encuentre, casi por sorpresa, con Elias Koteas. Falla la memoria en ocasiones. Interpreta a Casey Jones. Sobre el tercer largometraje, por cierto, poco puede comentarse que merezca la pena.
(Pulsa en las fichas)
Recordada esa trilogía, a un freak le puede apetecer, o verse tentado a ello, hacer una comparativa con las nuevas producciones sobre la historia. Éstas aparecieron durante la década de 2010. Concretamente, en 2014 se estrenó Tortugas ninja, que de entrada tiene un defecto importante. El rol de April O’Neil lo desempeña Megan Fox, una de las peores actrices del momento y, para no pocos, de la historia. Al menos su presencia es secundaria pues el protagonismo es para los personajes que deben poseerlo. Son las tortugas ninja, que ya no son actores con vestuario sino productos de la tecnología digital. Esto no siempre es positivo y he aquí un ejemplo. Las tortugas se ven alejadas de su origen por su aspecto físico.
La corpulencia de los héroes y sus rostros no inspiran simpatía, como sí sucedía en la saga precedente. Tampoco es que generen animadversión, pero no es lo mismo. En cuanto al guion… Se trastoca el relato del origen de los animales humanizados y, por si fuera poco, a Shredder se le convierte en una especie de Iron Man con muchísimas armas afiladas. El villano está dentro de un robot. Con todo, el film resulta entretenido, con una duración asumible además. Lo contrario, en este último aspecto, sucede con la secuela moderna.
En 2016 llegó a los cines Tortugas ninja: Fuera de las sombras. Ahí surge de nuevo la figura de Casey Jones, pero con una historia propia que nada tiene que ver con la real. De nuevo repite Shredder, pero ya se posiciona como principal antagonista Krang. Lo mejor de este largometraje, al que debió seguir un tercero, es la inclusión de otros dos enemigos. Son Bebop y Rocksteady, el jabalí y el rinoceronte que son reconocibles en la ficción desde siempre. No en vano, Tokka y Rahzar nacieron, por así decirlo, en la segunda película de la trilogía antigua. Conclusión: era mejor en los noventa.